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Grupo de teatro de la Costa

RIOJANA

El grupo de teatro de la costa riojana está formado por mujeres que vivimos en la zona y creemos en la importancia de realizar esta actividad y estas producciones en nuestro lugar. Nuestro trabajo, además del montaje de la obra, está atravesado por las particularidades que tiene el hacer teatro en un lugar donde no hay teatro. Esto implica que todo lo tenemos que hacer desde cero, desde el espacio de ensayo, las luces, el sonido, las sillas para el público, etc.
Nuestra mayor militancia es poder habitar estos espacios con esta herramienta tan poderosa.
"Victoria" fue realizada con el fin de llevar un mensaje el 24 de marzo, a 48 años de la última.dictadura cívico militar.

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VICTORIA

Una mujer se enfrenta a sí misma en su reflejo. El relato de un encierro que duró siete años en un pasado que podría ser el de ella, o tal vez no. La atormentan los fantasmas de un cuarto oscuro, el agujero de la comida, los pasos militares, las montañas de caca y pis. Entre tanto horror, ella se hizo poeta. Puede ser alguien más y descubre su secreto mágico oculto. Con la imagen de aquella mujer que admiró sin conocer, se entrega a la fantasía de ser ella y quizás tantas otras. De esta manera va armando un puente sobre el mar. Un mar que guarda cuerpos y secretos.

Elenco:
Actriz: Caro Pisano Casalá
Escenografía: María Fuentes
Asistencia de dirección y producción: Ariana Nieto
Adaptación y dirección: Marian Vecchio

Reseña: 
 

El estreno de esta obra de teatro en Santa V Cruz es un hecho singular, cargado de significado pues estamos hablando de un pueblo riojano rural de pocos habitantes, mayormente apegados a la religión católica, cuya idiosincrasia les hace poco receptivos a las innovaciones, muchas veces consideradas intromisiones disruptivas de sus costumbres. A pesar de estar atravesados por cuestiones políticas que influyen en su vida doméstica, las personas nativas del pueblo no se manifiestan públicamente sobre su ideología; prefieren mantener silencio, o expresarse en privado con gente de confianza. En ese contexto, una obra teatral que aluda al genocidio perpetrado por la dictadura militar de hace 48 años, y que explícitamente se refiera al tema de la desaparición de personas, requiere de mucha valentía, tanto del grupo de teatro como de la audiencia. Celebro que cuatro mujeres de esta comunidad asumieron el desafío de darse cita y conmemorar aquí el 24 de marzo, el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Celebro la convocatoria, y la respuesta de la comunidad, ya que un gran número de vecinos locales y de pueblos aledaños colmó la sala y se mantuvo en expectante silencio durante toda la función.

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El escenario escogido, una vieja casona de piedra, restaurada para esta ocasión, fue el marco ideal para situar al espectador en un no-lugar. De este modo la audiencia tuvo que poner en juego su imaginación para “ver” en ese espacio una celda o un océano. Los recursos escenográficos fueron mínimos, y, por lo tanto, dejaron paso a un exquisito vacío donde se alojó la interpretación poética de la obra.

En cuanto al argumento, se puede visualizar en varias dimensiones. En primer lugar como la biografía de una mujer, único personaje en escena, alienada en un infierno material y mental. Es la víctima de la perversión sin límite del Otro, quien en la búsqueda de su propia identidad, interpela nuestra orfandad existencial. Paralelamente se podría interpretar como la alegoría de una nación bajo el imperio del terror. Ambas lecturas son coherentes y consistentes en sí mismas. Ambas son conmovedoras y conmocionantes.

En esta obra el Otro, representado por el Padre o por el Estado, es una fuerza omnipresente, brutal, destructiva, la esencia misma del Mal. El final es vibrante, y deja abiertas múltiples interpretaciones, tanto en la línea del drama psicológico como en el de la esfera política.  El dolor es imperecedero. El plan de la dictadura sigue vigente.

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Cada escena está planteada de manera muy cuidadosa y respetuosa, pues si bien el texto se orienta a exponer el dolor del alma humana, delineando el perfil psicológico del personaje, no recurre a lugares comunes para herir la sensibilidad del espectador. Más aún, la obra es una invitación a reflexionar en profundidad cuestiones filosóficas que van más allá de lo personal o de lo político en cuanto construcción social.  Algunos párrafos rozan la dimensión espiritual del Ser humano, trascendiendo lo circunstancial. Ante tanto Mal, ¿a que Dios vemos en el espejo de nuestra propia alma?

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Pero si cada escena va desnudando capa tras capa dolor y crueldad, Victoria, el título de la obra, también puede leerse en clave de triunfo. Es el símbolo compensatorio, el nombre que equilibra las tensiones y abre el portal de la esperanza.

En definitiva, una obra excelente, realzada por la brillante actuación de la actriz. Una puesta en escena impecable, fruto de un proceso de maduración que refleja el trabajo colectivo de todo el equipo. Para aplaudir de pie. Para reafirmar ¡NUNCA MAS!

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Cristina Arnulphi, 27 de marzo de 2024

Próxima presentación:

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